jueves, 18 de junio de 2009

Sección: Historias Desenfocadas



Recuerdos de un Don Juan llamado

Gabriel

Por las calles de esta ardiente ciudad, Don Gabriel transporta en su triciclo bizarro una veintena de despampanantes mujeres, de todos los colores, que suben aún más la temperatura de los hombres que las observan y, que a su vez, son causa de molestia en algunas señoras.
Y es que por qué no ha de ser así, si estas féminas de ojos pispiretos y labios de pirulí, de cuerpos esculturales y medidas perfectas, de piernas largas y vientre plano, van vestidas sólo con lencería de color rojo. Pero eso sí, todas llevan un sombrero para evitar que la intensidad del sol dañe sus bien cuidadas cabelleras.
A Don Gabriel no parece importarle que sus muñecas coqueteen con otros hombres pues al fin al cabo son sólo eso: muñecas.
La realidad es que, Don Gabriel Abonce Ortiz es un hombre “joven” que ha vivido por “escasos” 73 años y su cuerpo no es tan llamativo como el de las mujeres que le acompañan en su recorrido diario por las diferentes colonias de la ciudad.
Este enigmático personaje vende plantas, fertilizantes, tierra para las matas y hasta veneno para fustigar plagas, material que también transporta en su triciclo; “todo cabe en un triciclo sabiéndolo acomodar”.
En charla con el Enfoquito, Don Gabriel nos cuenta el verdadero trasfondo de la extravagante idea de colocar en los alrededores de su triciclo a estas muñecas y ponerles debajo de ellas el titulo: “LAS TEIBOLERAS.COM”.
“Esto lo hice porque son recuerdos de mi juventud, fui muy mujeriego” dice sin ningún reparo el entrevistado.
Devoto de la música de José Alfredo Jiménez y Joan Sebastián, Don Gabriel, el bohemio eterno enamorado de la silueta femenina, afirma que a todas las muñecas les ha asignado un nombre: “ésta se llama Evangelina Elizondo y ésta se llama Niurka”.
Desde hace más de 10 años que este personaje se dedica a la venta de materiales para embellecer los jardines, comenzando su jornada laboral desde los 8 a. m. y culminándola ya agonizando la tarde.
Sin embargo, fue hace apenas 4 años que Don Gabriel decidió hacer sus recorridos por la ciudad acompañado de estas hermosuras de plástico, que en realidad es un homenaje a todas esas féminas de carne y hueso que algún día estuvieron en su lecho.
Refirió que las muñecas las ha ido adquiriendo conforme pasa el tiempo: “unas las he comprado yo mismo y otras me las han regalado”.
Los atuendos que visten estas damas son tejidas a mano: “una señora hace los sostenes, las tangas y los sombreros, todo esto me cuesta 8 pesos”.Y aunque Don Gabriel sabe que algunas personas les causan gracia sus muñecas y a otras no tanto, dice que no le importa, que son sólo muñecas que le acompañan, al igual que esos recuerdos de sus muchos “quereres”, de sus glorias pasadas, que quedaron grabados en su memoria y que transporta a donde quiera que vaya.