miércoles, 19 de agosto de 2009

DIAGOLOS


Geñito, Geñito, ¿quién es tu aspirante favorito?


¡Muero por ser Gobernador de Tamaulipas!, es la exclamación, para nada mutis, de los entes que conforman la jauría política del Estado ante la inminente expiración del presente sexenio.
Y es que adelantadas las elecciones, adelantadas las aspiraciones para obtener el hueso con más tuétano. Pues en el juego de la política, el suspirante es el aspirante.
En estos momentos hay un hervidero en todo Tamaulipas, los asalariados del sistema, ahora con magnánimas intenciones, parecen cucarachas en tiempos de lluvia, salen de entre los palacios municipales, de entre las oficinas gubernamentales, pululan por doquier e intentan ser parte del “casting” que el partido oficial no tarda en realizar.
Empero, a pesar de que la máxima autoridad del Estado insta a no dejarse enloquecer por el tema de la sucesión, los candidatos a priori se empeñan en seguir abordando el tema.
“Geñito, Geñito, ¿quién es tu aspirante favorito?” preguntan una y otra vez los aspirantes mientras se afanan en limpiar las palmas de sus manos para mostrar su integridad como servidores públicos y obtener el señalamiento del Gran Dedo Divino.
Los que ansían la gobernatura, han desplegado una serie de estrategias para hacer recaer sobre ellos el deslumbrante reflector político.
Muestran sus vastos currículos repletos de obras sociales, presumen de su militancia de en el partido oficial, levantan las dos manos y las agitan, murmuran; en fin, no pueden ocultar su intención de querer gobernar.
La atención ha sido desviada, es imposible calmar los ánimos dentro de los partidos políticos, más en el partido oficial.
Lo peor que se le puede pedir al hombre-político es que juegue a las estatuas de marfil pues consciente ésta que de hacerlo bailara el “twist” con todo y sus aspiraciones.
Los medios de comunicación han contribuido en avivar el fervor político que se vive en la entidad, han entrado de lleno al juego mediático de descubrir al elegido, descartar el enemigo y condenar al ostracismo al tullido.
Cuidado con lo que lee porque pudiera resultar alienado por la pluma de algún cómplice del poder, de un esbirro al servicio de de otro esbirro.
Ni hablar, por lo menos de aquí hasta julio del año que entra usted, yo y todos los habitantes de este Estado, estaremos entre las aspiraciones, “suspiraciones” y, vaya usted a saber, las verdaderas intenciones de los adelantados.