lunes, 19 de julio de 2010
lunes, 8 de febrero de 2010
La Esperanza del Capitán
Cuando la muerte es la única esperanza para no seguir padeciendo la soledad, cuando se convierte en el último trámite para obtener el boleto hacia la otra vida y reencontrase con aquellas personas que en vida fueron parte de nuestra existencia, es porque lo único que queda son los recuerdos.
Esperanza Ríos Campos, tierna viejecita de 89 años, no espera a nadie, ni nada, es el reportero que la aborda en busca de una historia para transmitir. Hace un mes que está en el Asilo Pan de Vida.
Sentada, lee un libro de oraciones, buscaba una en especial que su mente ya no puede recordar. No la encontró, pero dentro del libro halló una foto suya de cuando la juventud acompañaba su rostro: “mira, parece que estoy castigada”.
En la foto se percibe un mohín de disgusto, es cierto, pero también refleja una belleza juvenil impresionante. Cuenta con una lucidez sorprendente, hila sin mucho esfuerzo cada una de las palabras. Sin embargo, se encuentra en la etapa en que las fechas exactas se convierten en un sólo enunciado: “Hace muchos años de esto, hijo”.
“Todo se le acaba a uno, se quedaba completamente solo en el mundo”, dice la ancianita de su rostro curtido por el paso del tiempo y que a pesar de que sus dientes también la abandonaron es una amena platicadora.
“Ya murieron mis padres, mis hermanos, mi esposo, mi único hijo; me dejaron sola aquí”, dice.
Pero reflexiona: “No tengo que quejarme de que estoy sola, aquí tengo buenas amistades y Dios esta conmigo”.
El único hilito de lazo sanguíneo con el que cuenta es su nieta, pero dice: “Si supiera lo mal que se comportó ella conmigo”. En verdad que el reportero por aflicción no abunda en ese episodio agrio de su vida, opta por preguntarle sus orígenes.
“Soy originaria de Monterrey, hijo. Pero ya ves que uno crece, se casa, se queda sola y ya ni sabe donde queda”, dice Esperanza.
Tal vez Esperanza no sabe donde quedará, pero si sabe que está en Matamoros, la ciudad en donde ha vivido la mayor parte de su vida. Es más, aquí conoció a su amor, al que después fue su esposo.
Escuchar una historia de amor en tiempos triviales, aliviana la carga del alma. Perspicaz cuenta como, ella Esperanza, le daba pocas esperanzas a ese capitán del Ejercito Mexicano que la pretendía.
Desdeñosa a ese hombre estricto que acudía al restaurante donde ella laboraba para invitarla a cenar para llevarse consigo un: “No gracias, yo no salgo con nadie de aquí”.
Tal parece que la estrategia del capitán era la insistencia, cada que se acercaba a ella, era para extenderle la misma invitación. Pero Esperanza ya había diseñado su contraofensiva para derrotar el empecinamiento del militar.
Aceptó la invitación, pero sería después que terminara el turno de trabajo. Le dijo que la esperara fuera del restaurante, en unos minutos saldría para acompañarle. No fue así.
“El restaurante tenia dos salidas, me fui por la parte de atrás. Al otro día vino el capitán y me dijo ‘que bonito me la hizo, me dejó plantado’ yo sólo le respondí ‘es que usted es muy terco’”, rememora la entrevistada entre risas.
No se dio por vencido, la invitación a cenar era continua y de nueva cuenta Esperanza aceptó. “Pero no me vaya a dejar plantado”, le imploró el militar.
La cena estuvo deliciosa, cuenta Esperanza, lo que no, fue la proposición del cortejante al plantearle que le rentaría un cuarto de hotel para que ella descansara.
“¡Ah! ya apareció el peine que dijo primero le invito a cenar y luego me la llevó al hotel, no, no se puede y si me quiere bien hable con mi hermana”, le contestó con cierto enfado.
Así sucedió, Pedro Garay y Esperanza Ríos se casaron tiempo después. De la fiesta solo recuerda que fue algo sencillo, una pequeña comida porque: “En aquel tiempo éramos todos pobres”, manifiesta.
Recuerda que su esposo llegaba y le pedía “Perita”, así le llamaba, que le cantara aquella canción de la época de oro llamada “Mi querido capitán”.
“Yo se le cantaba, iba así: ‘Soy capitán primero, el más valiente del batallón, pero cuando enamoro, soy general y de división”, entona la canción.
“Pedro Garay se llamó mi esposo, él era capitán del Ejercito Mexicano”, dice con voz pausada.
Esperanza enseña al reportero una especie de libreta en la que guarda sus recuerdos: fotos de todos aquellos que la rodearon. Ordena que busque el acta de matrimonio porque no recuerda la fecha.
En la búsqueda, de foto en foto iba señalando cada una de las personas retratada: “esta es mi mamá, muy guapa, mi hermano le decía ‘a mamá cuanto visco no andaría detrás de ti”.
Pasaban los retratos, en uno de ellos Esperanza reta al reportero a que la encuentre. La foto pertenecía a sus años de escuela, era el clásico retrato grupal ya añejo. Desatinado por completo, señala: “Esta soy yo, hijo”.
Las fotos le sirven para no olvidarse de todos ellos, de su hijo que ya partió, de su esposo, de su hermana. “Las veo para no olvidarme de ellos, o si no, me acuerdo de ellos y empiezo a ver las fotos porque ya todos se me fueron”, comenta.
En el asilo anuncian que es hora de jugar lotería, imposible abundar en 24 minutos las vivencias de 89 años. Esperanza dice que se siente bien en el lugar, cuenta con muchas amistades porque no le hace mala cara a nadie.
“Yo siempre ando saludando a todos, nada de hacerle cara mala a nadie. Siempre hay que llevarse bien con todos, hasta el ultimo día”, dice mientras se prepara para irse a jugar lotería.
Esperanza Ríos Campos, tierna viejecita de 89 años, no espera a nadie, ni nada, es el reportero que la aborda en busca de una historia para transmitir. Hace un mes que está en el Asilo Pan de Vida.
Sentada, lee un libro de oraciones, buscaba una en especial que su mente ya no puede recordar. No la encontró, pero dentro del libro halló una foto suya de cuando la juventud acompañaba su rostro: “mira, parece que estoy castigada”.
En la foto se percibe un mohín de disgusto, es cierto, pero también refleja una belleza juvenil impresionante. Cuenta con una lucidez sorprendente, hila sin mucho esfuerzo cada una de las palabras. Sin embargo, se encuentra en la etapa en que las fechas exactas se convierten en un sólo enunciado: “Hace muchos años de esto, hijo”.
“Todo se le acaba a uno, se quedaba completamente solo en el mundo”, dice la ancianita de su rostro curtido por el paso del tiempo y que a pesar de que sus dientes también la abandonaron es una amena platicadora.
“Ya murieron mis padres, mis hermanos, mi esposo, mi único hijo; me dejaron sola aquí”, dice.
Pero reflexiona: “No tengo que quejarme de que estoy sola, aquí tengo buenas amistades y Dios esta conmigo”.
El único hilito de lazo sanguíneo con el que cuenta es su nieta, pero dice: “Si supiera lo mal que se comportó ella conmigo”. En verdad que el reportero por aflicción no abunda en ese episodio agrio de su vida, opta por preguntarle sus orígenes.
“Soy originaria de Monterrey, hijo. Pero ya ves que uno crece, se casa, se queda sola y ya ni sabe donde queda”, dice Esperanza.
Tal vez Esperanza no sabe donde quedará, pero si sabe que está en Matamoros, la ciudad en donde ha vivido la mayor parte de su vida. Es más, aquí conoció a su amor, al que después fue su esposo.
Escuchar una historia de amor en tiempos triviales, aliviana la carga del alma. Perspicaz cuenta como, ella Esperanza, le daba pocas esperanzas a ese capitán del Ejercito Mexicano que la pretendía.
Desdeñosa a ese hombre estricto que acudía al restaurante donde ella laboraba para invitarla a cenar para llevarse consigo un: “No gracias, yo no salgo con nadie de aquí”.
Tal parece que la estrategia del capitán era la insistencia, cada que se acercaba a ella, era para extenderle la misma invitación. Pero Esperanza ya había diseñado su contraofensiva para derrotar el empecinamiento del militar.
Aceptó la invitación, pero sería después que terminara el turno de trabajo. Le dijo que la esperara fuera del restaurante, en unos minutos saldría para acompañarle. No fue así.
“El restaurante tenia dos salidas, me fui por la parte de atrás. Al otro día vino el capitán y me dijo ‘que bonito me la hizo, me dejó plantado’ yo sólo le respondí ‘es que usted es muy terco’”, rememora la entrevistada entre risas.
No se dio por vencido, la invitación a cenar era continua y de nueva cuenta Esperanza aceptó. “Pero no me vaya a dejar plantado”, le imploró el militar.
La cena estuvo deliciosa, cuenta Esperanza, lo que no, fue la proposición del cortejante al plantearle que le rentaría un cuarto de hotel para que ella descansara.
“¡Ah! ya apareció el peine que dijo primero le invito a cenar y luego me la llevó al hotel, no, no se puede y si me quiere bien hable con mi hermana”, le contestó con cierto enfado.
Así sucedió, Pedro Garay y Esperanza Ríos se casaron tiempo después. De la fiesta solo recuerda que fue algo sencillo, una pequeña comida porque: “En aquel tiempo éramos todos pobres”, manifiesta.
Recuerda que su esposo llegaba y le pedía “Perita”, así le llamaba, que le cantara aquella canción de la época de oro llamada “Mi querido capitán”.
“Yo se le cantaba, iba así: ‘Soy capitán primero, el más valiente del batallón, pero cuando enamoro, soy general y de división”, entona la canción.
“Pedro Garay se llamó mi esposo, él era capitán del Ejercito Mexicano”, dice con voz pausada.
Esperanza enseña al reportero una especie de libreta en la que guarda sus recuerdos: fotos de todos aquellos que la rodearon. Ordena que busque el acta de matrimonio porque no recuerda la fecha.
En la búsqueda, de foto en foto iba señalando cada una de las personas retratada: “esta es mi mamá, muy guapa, mi hermano le decía ‘a mamá cuanto visco no andaría detrás de ti”.
Pasaban los retratos, en uno de ellos Esperanza reta al reportero a que la encuentre. La foto pertenecía a sus años de escuela, era el clásico retrato grupal ya añejo. Desatinado por completo, señala: “Esta soy yo, hijo”.
Las fotos le sirven para no olvidarse de todos ellos, de su hijo que ya partió, de su esposo, de su hermana. “Las veo para no olvidarme de ellos, o si no, me acuerdo de ellos y empiezo a ver las fotos porque ya todos se me fueron”, comenta.
En el asilo anuncian que es hora de jugar lotería, imposible abundar en 24 minutos las vivencias de 89 años. Esperanza dice que se siente bien en el lugar, cuenta con muchas amistades porque no le hace mala cara a nadie.
“Yo siempre ando saludando a todos, nada de hacerle cara mala a nadie. Siempre hay que llevarse bien con todos, hasta el ultimo día”, dice mientras se prepara para irse a jugar lotería.
lunes, 21 de septiembre de 2009
DIAGOLOS
Tragicomedia de un país sin maravillas presenta:
¡IVA México!... ¡IVA!
Actores.- Feli-pillo (presidentillo de una nacióncilla), multitud (entiéndase un pueblo).
Escenario.- Un balcón adornado con papel picado, machacado por la crisis e infinidad de problemas sociales. Debajo del balcón una multitud también picada, machacada y machucada por el “impuesto”.
(Es una noche para celebrar en donde Feli-pillo ha decidido hacer un anunció que puede causar molestia al pueblo: habrá impuestos.
Sin embargo, lo que más le preocupa es el impuesto a las bebidas alcohólicas. Y es que sabe bien, que los mexicanos pueden apechugar la penosa carga del IVA a la comida, más no el IVA a la bebida
De alguna u otra manera Feli-pillo tendrá que sacar a flote el ingenio que ha mostrado durante su gestión administrativa que lo tiene como un ingenuo ante miles de mexicanos).
ACTO I
Feli-pillo.- (desde un adornado balcón y ondeando la bandera, exclama) ¡Viva México!
Multitud.- (Todos responden al unísono) ¡Viva!
Feli-pillo.- ¡Viva México!
Multitud.- ¡Viva!
Feli-pillo.- ¡Vivan los Héroes que nos dieron Patria!
Multitud.- ¡Vivan!
(Feli-pillo al observar que la multitud está entregada a la algarabía de una celebración casi bicentenaria, decide hacer el anuncio oficial del aumento de los impuestos pero de una manera encubierta, como sólo lo saben hacer los tecnócratas).
Feli-pillo.- ¡IVA a México y a todos los mexicanos!
Multitud.- (Titubeantes, desconcertados, no todos gritan) ¡IVA!
Feli-pillo.- ¡IVA a la comida enlatada!
Multitud.- ¿Y los pobre enlutados que de por si batallaban para comprarla?
Feli-pillo.- (Haciendo caso omiso a la interrogante de la multitud prosigue) ¡IVA a los calzoncillos!
Multitud.- (Todos se miran debajo de sus pantalones) Pos’ si ni traemos.
Feli-pillo.- ¡IVA a los huevos!
Multitud.- Pos’ si ya no tenemos de tanto rascárnoslos por no tener en que trabajar.
Feli-pillo.- ¡IVA la Coca!
Multitud.- (Se quedan serios, unos se limpian la nariz) ¿Pos’ no que está peleando contra eso?
Feli-pillo.- Me refería a la Coca-Cola
Multitud.- (Murmullos) ¡Ah! Bueno si es así, entons’ ¡IVA!
Feli-pillo.- (Decidido exclama) ¡IVA a la Cerveza!
Multitud.- (Enardecidos todos agarran piedras y las arrojan hacia al balcón) ¡Arrójenle a la cabeza, para que sepa que sin la cerveza el mexicano no tiene fiesta!
Feli-pillo.- (Huyendo del balcón) Siempre supuse que era más fácil ser un presidente impuesto, que ser el presidente de los impuestos.
¡IVA México!... ¡IVA!
Actores.- Feli-pillo (presidentillo de una nacióncilla), multitud (entiéndase un pueblo).
Escenario.- Un balcón adornado con papel picado, machacado por la crisis e infinidad de problemas sociales. Debajo del balcón una multitud también picada, machacada y machucada por el “impuesto”.
(Es una noche para celebrar en donde Feli-pillo ha decidido hacer un anunció que puede causar molestia al pueblo: habrá impuestos.
Sin embargo, lo que más le preocupa es el impuesto a las bebidas alcohólicas. Y es que sabe bien, que los mexicanos pueden apechugar la penosa carga del IVA a la comida, más no el IVA a la bebida
De alguna u otra manera Feli-pillo tendrá que sacar a flote el ingenio que ha mostrado durante su gestión administrativa que lo tiene como un ingenuo ante miles de mexicanos).
ACTO I
Feli-pillo.- (desde un adornado balcón y ondeando la bandera, exclama) ¡Viva México!
Multitud.- (Todos responden al unísono) ¡Viva!
Feli-pillo.- ¡Viva México!
Multitud.- ¡Viva!
Feli-pillo.- ¡Vivan los Héroes que nos dieron Patria!
Multitud.- ¡Vivan!
(Feli-pillo al observar que la multitud está entregada a la algarabía de una celebración casi bicentenaria, decide hacer el anuncio oficial del aumento de los impuestos pero de una manera encubierta, como sólo lo saben hacer los tecnócratas).
Feli-pillo.- ¡IVA a México y a todos los mexicanos!
Multitud.- (Titubeantes, desconcertados, no todos gritan) ¡IVA!
Feli-pillo.- ¡IVA a la comida enlatada!
Multitud.- ¿Y los pobre enlutados que de por si batallaban para comprarla?
Feli-pillo.- (Haciendo caso omiso a la interrogante de la multitud prosigue) ¡IVA a los calzoncillos!
Multitud.- (Todos se miran debajo de sus pantalones) Pos’ si ni traemos.
Feli-pillo.- ¡IVA a los huevos!
Multitud.- Pos’ si ya no tenemos de tanto rascárnoslos por no tener en que trabajar.
Feli-pillo.- ¡IVA la Coca!
Multitud.- (Se quedan serios, unos se limpian la nariz) ¿Pos’ no que está peleando contra eso?
Feli-pillo.- Me refería a la Coca-Cola
Multitud.- (Murmullos) ¡Ah! Bueno si es así, entons’ ¡IVA!
Feli-pillo.- (Decidido exclama) ¡IVA a la Cerveza!
Multitud.- (Enardecidos todos agarran piedras y las arrojan hacia al balcón) ¡Arrójenle a la cabeza, para que sepa que sin la cerveza el mexicano no tiene fiesta!
Feli-pillo.- (Huyendo del balcón) Siempre supuse que era más fácil ser un presidente impuesto, que ser el presidente de los impuestos.
miércoles, 19 de agosto de 2009
DIAGOLOS
Geñito, Geñito, ¿quién es tu aspirante favorito?
¡Muero por ser Gobernador de Tamaulipas!, es la exclamación, para nada mutis, de los entes que conforman la jauría política del Estado ante la inminente expiración del presente sexenio.
Y es que adelantadas las elecciones, adelantadas las aspiraciones para obtener el hueso con más tuétano. Pues en el juego de la política, el suspirante es el aspirante.
En estos momentos hay un hervidero en todo Tamaulipas, los asalariados del sistema, ahora con magnánimas intenciones, parecen cucarachas en tiempos de lluvia, salen de entre los palacios municipales, de entre las oficinas gubernamentales, pululan por doquier e intentan ser parte del “casting” que el partido oficial no tarda en realizar.
Empero, a pesar de que la máxima autoridad del Estado insta a no dejarse enloquecer por el tema de la sucesión, los candidatos a priori se empeñan en seguir abordando el tema.
“Geñito, Geñito, ¿quién es tu aspirante favorito?” preguntan una y otra vez los aspirantes mientras se afanan en limpiar las palmas de sus manos para mostrar su integridad como servidores públicos y obtener el señalamiento del Gran Dedo Divino.
Los que ansían la gobernatura, han desplegado una serie de estrategias para hacer recaer sobre ellos el deslumbrante reflector político.
Muestran sus vastos currículos repletos de obras sociales, presumen de su militancia de en el partido oficial, levantan las dos manos y las agitan, murmuran; en fin, no pueden ocultar su intención de querer gobernar.
La atención ha sido desviada, es imposible calmar los ánimos dentro de los partidos políticos, más en el partido oficial.
Lo peor que se le puede pedir al hombre-político es que juegue a las estatuas de marfil pues consciente ésta que de hacerlo bailara el “twist” con todo y sus aspiraciones.
Los medios de comunicación han contribuido en avivar el fervor político que se vive en la entidad, han entrado de lleno al juego mediático de descubrir al elegido, descartar el enemigo y condenar al ostracismo al tullido.
Cuidado con lo que lee porque pudiera resultar alienado por la pluma de algún cómplice del poder, de un esbirro al servicio de de otro esbirro.
Ni hablar, por lo menos de aquí hasta julio del año que entra usted, yo y todos los habitantes de este Estado, estaremos entre las aspiraciones, “suspiraciones” y, vaya usted a saber, las verdaderas intenciones de los adelantados.
¡Muero por ser Gobernador de Tamaulipas!, es la exclamación, para nada mutis, de los entes que conforman la jauría política del Estado ante la inminente expiración del presente sexenio.
Y es que adelantadas las elecciones, adelantadas las aspiraciones para obtener el hueso con más tuétano. Pues en el juego de la política, el suspirante es el aspirante.
En estos momentos hay un hervidero en todo Tamaulipas, los asalariados del sistema, ahora con magnánimas intenciones, parecen cucarachas en tiempos de lluvia, salen de entre los palacios municipales, de entre las oficinas gubernamentales, pululan por doquier e intentan ser parte del “casting” que el partido oficial no tarda en realizar.
Empero, a pesar de que la máxima autoridad del Estado insta a no dejarse enloquecer por el tema de la sucesión, los candidatos a priori se empeñan en seguir abordando el tema.
“Geñito, Geñito, ¿quién es tu aspirante favorito?” preguntan una y otra vez los aspirantes mientras se afanan en limpiar las palmas de sus manos para mostrar su integridad como servidores públicos y obtener el señalamiento del Gran Dedo Divino.
Los que ansían la gobernatura, han desplegado una serie de estrategias para hacer recaer sobre ellos el deslumbrante reflector político.
Muestran sus vastos currículos repletos de obras sociales, presumen de su militancia de en el partido oficial, levantan las dos manos y las agitan, murmuran; en fin, no pueden ocultar su intención de querer gobernar.
La atención ha sido desviada, es imposible calmar los ánimos dentro de los partidos políticos, más en el partido oficial.
Lo peor que se le puede pedir al hombre-político es que juegue a las estatuas de marfil pues consciente ésta que de hacerlo bailara el “twist” con todo y sus aspiraciones.
Los medios de comunicación han contribuido en avivar el fervor político que se vive en la entidad, han entrado de lleno al juego mediático de descubrir al elegido, descartar el enemigo y condenar al ostracismo al tullido.
Cuidado con lo que lee porque pudiera resultar alienado por la pluma de algún cómplice del poder, de un esbirro al servicio de de otro esbirro.
Ni hablar, por lo menos de aquí hasta julio del año que entra usted, yo y todos los habitantes de este Estado, estaremos entre las aspiraciones, “suspiraciones” y, vaya usted a saber, las verdaderas intenciones de los adelantados.
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miércoles, 29 de julio de 2009
DIAGOLOS
Lo que el viento se llevó y lo que la elección nos dejó
(Algunas cosas se fueron y otras simplemente nunca se irán)
“Más de lo mismo y de los mismos” podemos enunciar después de las elecciones. Unos salen del Olimpo de la Política -San Lázaro- y otros entran a él; pero más de lo mismo.
Del pastel que se repartió, al PAN ni migajas le tocó pues el dinosaurio verde (PRI) se le devoró acompañado de sus pupilos del mismo color (PVEM).
Sin más preámbulo, demos cuenta de lo que el viento se llevó y la elección nos dejó.
1.- El viento se llevó 500 diputados, las elecciones nos dejaron otros 500 “disparatados”. “Dios nos salve de las garras de estos últimos porque los primeros de plano nos dejaron desgarrados” Atte. El pueblo inmolado y amolado.
2.- El viento se llevó todas las promesas de campaña, las elecciones nos dejaron realidades. “Pueblo lo único que les puedo prometer es que culminare mi período como diputado, siempre y cuando no me ofrezcan otro hueso mas proteínico-político que éste” Atte. Su Candidato.
3.- El viento se llevó las boletas votadas, las elecciones nos dejaron las boletas anuladas. “Anula para que nuestro políticos dejen de hacerse las mulas y se pongan a trabajar” Atte. Los anulados
4.- El viento se llevó a los candidatos a sus guaridas, las elecciones nos dejaron toneladas de basura: la propaganda electoral. “Ahí les dejó mi imagen en un poste pa’ que no se olviden de mí en las próximas elecciones” Atte. Su Ex candidato.
5.- El viento se llevó el cómputo de los votos, las elecciones nos dejaron el “emputo” de saber que todo seguirá igual. “No queda más que contar los días y esperar el CAMBIO…pero de diputados” Atte. Esperanzita.
6.- El viento se llevó la algarabía electoral, las elecciones nos dejaron vasos, camisas, despensas, promesas. “Cerrado por falta de elecciones. Reabriremos el próximo año. ¡Espéranos, estamos preparando muchas más sorpresas para ti y tu familia!” Atte. Los Partidos.
7.- El viento se llevó los votos, las elecciones nos dejaron votando y rebotando. “Votar sin analizar es votar y votar” Atte. La Partidocracia.
8.- El viento se llevó a unos, las elecciones nos dejaron a otros. “Para variar un poco, más de lo mismo y de los mismos o, si usted lo prefiere, la misma gata pero con otro logo” Atte. Los cuates PRI y PAN.
(Algunas cosas se fueron y otras simplemente nunca se irán)
“Más de lo mismo y de los mismos” podemos enunciar después de las elecciones. Unos salen del Olimpo de la Política -San Lázaro- y otros entran a él; pero más de lo mismo.
Del pastel que se repartió, al PAN ni migajas le tocó pues el dinosaurio verde (PRI) se le devoró acompañado de sus pupilos del mismo color (PVEM).
Sin más preámbulo, demos cuenta de lo que el viento se llevó y la elección nos dejó.
1.- El viento se llevó 500 diputados, las elecciones nos dejaron otros 500 “disparatados”. “Dios nos salve de las garras de estos últimos porque los primeros de plano nos dejaron desgarrados” Atte. El pueblo inmolado y amolado.
2.- El viento se llevó todas las promesas de campaña, las elecciones nos dejaron realidades. “Pueblo lo único que les puedo prometer es que culminare mi período como diputado, siempre y cuando no me ofrezcan otro hueso mas proteínico-político que éste” Atte. Su Candidato.
3.- El viento se llevó las boletas votadas, las elecciones nos dejaron las boletas anuladas. “Anula para que nuestro políticos dejen de hacerse las mulas y se pongan a trabajar” Atte. Los anulados
4.- El viento se llevó a los candidatos a sus guaridas, las elecciones nos dejaron toneladas de basura: la propaganda electoral. “Ahí les dejó mi imagen en un poste pa’ que no se olviden de mí en las próximas elecciones” Atte. Su Ex candidato.
5.- El viento se llevó el cómputo de los votos, las elecciones nos dejaron el “emputo” de saber que todo seguirá igual. “No queda más que contar los días y esperar el CAMBIO…pero de diputados” Atte. Esperanzita.
6.- El viento se llevó la algarabía electoral, las elecciones nos dejaron vasos, camisas, despensas, promesas. “Cerrado por falta de elecciones. Reabriremos el próximo año. ¡Espéranos, estamos preparando muchas más sorpresas para ti y tu familia!” Atte. Los Partidos.
7.- El viento se llevó los votos, las elecciones nos dejaron votando y rebotando. “Votar sin analizar es votar y votar” Atte. La Partidocracia.
8.- El viento se llevó a unos, las elecciones nos dejaron a otros. “Para variar un poco, más de lo mismo y de los mismos o, si usted lo prefiere, la misma gata pero con otro logo” Atte. Los cuates PRI y PAN.
domingo, 5 de julio de 2009
Esparadropos textuales
Un beso para…
"A Bukowski aun y desconociendo las razones"
I
Un beso para humedecer los labios, para iniciar una comunión espiritual, para arrojar los labios al fuego, para entrelazar las lenguas, para fulminar los vocablos y resarcirlos en intensos suspiros.
II
Un beso para poner el cuerpo en movimiento, para mover las articulaciones, para dar paso a colocar las manos en puntos estratégicos, pautas para iniciar movimientos cadenciosos, rítmicos, presagios implícitos de que la muerte asecha, de que dos cuerpos cubrirán su desnudez abrasándose.
III
Un beso para partir los labios, para dejarlos marchitar, para hacer mas taciturnas las despedidas, para que los labios se vuelvan trémulos, para decir “se nos acabó la vida”, para cerrar ciclos, para abrir profusos fosos y resguardarse de otros labios.
IV
Un beso para abatir la laxitud de dos corazones monótonos, para volverlos a la vida, para provocar un nudo de caricias, para reencontrarse y verse desnudos ante un Dios infalible lleno de preocupaciones por el nihilismo que practica.
V
Un beso para exacerbar la hipocresía, para externar una amistad que nunca ha existido, para adentrarse en pensamientos malignos, para murmurar al oído imprecaciones que habrán de cumplirse aunque sólo sea en los sueños del que los formule.
VI
Un abrupto beso en los labios, como el de esa noche, para darme cuenta de mi infelicidad, para condenarme al ostracismo sin ti, para recoger los resquicios de un alma inerte, para saberme fuera de tus planes, para encontrarme totalmente amargo, para cargar durante toda mi vida con el recuerdo de un momento de corta duración en el que pronunciaste un adiós y mi nombre, y después lanzaste tus labios a los míos como se lanzan los suspiros al precipicio.
I
Un beso para humedecer los labios, para iniciar una comunión espiritual, para arrojar los labios al fuego, para entrelazar las lenguas, para fulminar los vocablos y resarcirlos en intensos suspiros.
II
Un beso para poner el cuerpo en movimiento, para mover las articulaciones, para dar paso a colocar las manos en puntos estratégicos, pautas para iniciar movimientos cadenciosos, rítmicos, presagios implícitos de que la muerte asecha, de que dos cuerpos cubrirán su desnudez abrasándose.
III
Un beso para partir los labios, para dejarlos marchitar, para hacer mas taciturnas las despedidas, para que los labios se vuelvan trémulos, para decir “se nos acabó la vida”, para cerrar ciclos, para abrir profusos fosos y resguardarse de otros labios.
IV
Un beso para abatir la laxitud de dos corazones monótonos, para volverlos a la vida, para provocar un nudo de caricias, para reencontrarse y verse desnudos ante un Dios infalible lleno de preocupaciones por el nihilismo que practica.
V
Un beso para exacerbar la hipocresía, para externar una amistad que nunca ha existido, para adentrarse en pensamientos malignos, para murmurar al oído imprecaciones que habrán de cumplirse aunque sólo sea en los sueños del que los formule.
VI
Un abrupto beso en los labios, como el de esa noche, para darme cuenta de mi infelicidad, para condenarme al ostracismo sin ti, para recoger los resquicios de un alma inerte, para saberme fuera de tus planes, para encontrarme totalmente amargo, para cargar durante toda mi vida con el recuerdo de un momento de corta duración en el que pronunciaste un adiós y mi nombre, y después lanzaste tus labios a los míos como se lanzan los suspiros al precipicio.
lunes, 29 de junio de 2009
DIAGOLOS APOLITICOS
Out al Abstencionismo…
¡Viva el Voto Nulo!
* “Has patria, tacha a todos los candidatos” exclaman los promotores del voto nulo.
* Piden no dejar las boletas en blanco porque luego se las apañan las alimañas
“Has patria, tacha a todos los candidatos” gritan a los cuatro vientos los pregoneros del “Voto Nulo”, despertando la arenga popular e irrumpiendo abruptamente en la escena política nacional. Si antes los mexicanos le daban más importancia a un partido de fútbol, o las novelas, y omitían emitir su sufragio, ahora miles de ellos se despegaran del sillón dominguero y acudirán hasta las urnas sólo para anular su voto.
El hastío generalizado hacia un sistema político compuesto por entes en descomposición, es la sinergia que alimenta el ideal del “voto nulo”, del voto inservible e incuantificable.
“Este 5 de Julio, México levántate e invalida tu boleta” invitan los promotores oficiales de esta nuevo movimiento al que cada vez más gente se adhiere.
En tanto, el órgano electoral de menguada credibilidad y los candidatos, que siguen siendo inverosímiles, fingen demencia y no alcanzan a comprender que este ideal progresista es a raíz del retroceso que ha sufrido el país desde muchos años atrás y se declaran en contra de tal acción.
Aducen que el voto nulo daña la democracia, olvidando que esta palabra en México aún no denota nada y mucho menos tiene la connotación que debiese tener.
“No dejes en blanco tu boleta por que luego se la apañan, recuerda que en México hasta los muertos votan” advierten los prosélitos del voto invalido postrado en silla de ruedas.
Después de esto el voto tendrá otra connotación, el sufragio que antes sólo servía para elegir ahora servirá para no elegir y expresar la inconformidad generalizada hacia el sistema.
Y aunque la polaca sobre este tema se ha ido acrecentando, usted fiel lector del Enfoquito tiene la última palabra: “tache a uno, tache a todos o no tache nada”, total para el día de las elecciones usted ya fue agraciado con pulseras, vasos, despensas y hasta dinero. O ¿no?
¡Viva el Voto Nulo!
* “Has patria, tacha a todos los candidatos” exclaman los promotores del voto nulo.
* Piden no dejar las boletas en blanco porque luego se las apañan las alimañas
“Has patria, tacha a todos los candidatos” gritan a los cuatro vientos los pregoneros del “Voto Nulo”, despertando la arenga popular e irrumpiendo abruptamente en la escena política nacional. Si antes los mexicanos le daban más importancia a un partido de fútbol, o las novelas, y omitían emitir su sufragio, ahora miles de ellos se despegaran del sillón dominguero y acudirán hasta las urnas sólo para anular su voto.
El hastío generalizado hacia un sistema político compuesto por entes en descomposición, es la sinergia que alimenta el ideal del “voto nulo”, del voto inservible e incuantificable.
“Este 5 de Julio, México levántate e invalida tu boleta” invitan los promotores oficiales de esta nuevo movimiento al que cada vez más gente se adhiere.
En tanto, el órgano electoral de menguada credibilidad y los candidatos, que siguen siendo inverosímiles, fingen demencia y no alcanzan a comprender que este ideal progresista es a raíz del retroceso que ha sufrido el país desde muchos años atrás y se declaran en contra de tal acción.
Aducen que el voto nulo daña la democracia, olvidando que esta palabra en México aún no denota nada y mucho menos tiene la connotación que debiese tener.
“No dejes en blanco tu boleta por que luego se la apañan, recuerda que en México hasta los muertos votan” advierten los prosélitos del voto invalido postrado en silla de ruedas.
Después de esto el voto tendrá otra connotación, el sufragio que antes sólo servía para elegir ahora servirá para no elegir y expresar la inconformidad generalizada hacia el sistema.
Y aunque la polaca sobre este tema se ha ido acrecentando, usted fiel lector del Enfoquito tiene la última palabra: “tache a uno, tache a todos o no tache nada”, total para el día de las elecciones usted ya fue agraciado con pulseras, vasos, despensas y hasta dinero. O ¿no?
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