El poetastro, los acarreados y el candidato
“En tiempos electorales
palabras abismales”
El autor
(1ra. Parte)
Juan desconocido por la cantada y reconocido por la verseada, entonaba desafinadamente una melodía: “acarreado me voy/ acarreado felizmente por ti/ cuando te quieres postular/ yo votare por ti”.
Después se dispuso a recitar unos versos engolados: “candidato en ciernes/ de las masa testarudas/ danos camisetas aunque tengan tu figura/ candidato de los buenos/ de los de abajo/ danos vasos/ para pasarnos lo gargajos”.
Lógicamente el pueblo entero, en especial la cúpula política pueblerina, tildaba a Juan de oligofrénico y subversivo, él se consideraba apolítico, atípico, descubridor de las más bajas intenciones políticas.
Eran tiempos electorales y como era costumbre la fiesta, el pan y el circo de la demagogia se manifestarían en el pueblo en forma de confeti, de gritos, de matracas, de candidatos, de alienados, de música electoral, de aplausos, de promesas, de todo y al final de nada.
El mitin estaba por iniciar, el candidato se disponía hablar, los pueblerinos a escuchar y Juan a recitar. Sus rústicos versos eran aderezados por su voz etílica y los torpes movimientos de sus brazos propios de un inexperto orador.
“La política es el opio del pueblo/ los candidatos viles plebeyos/ y ustedes sus bellos ingenuos” gritaba Juan entre el medio de la multitud.
“Asilénciate Juan, te va escuchar el candidato” le advertía Eduviges su esposa “no ves que ora’ va ver una comidona gracias al candidato”.
Con la mano en el pecho el susodicho exclamó: “Pueblo harto y relleno de promesas/ que no te llenen de grasa la cabeza/ ojala y las indigestiones/ no te lleguen después de las elecciones”.
“Bueno estupido irrisión ¿desde cuando eres poeta y todo lo dices en verso? Acaso no entiendes que a la gente no le causas simpatía” chirriaba en voz baja su esposa.
“Con palabras melifluas/ los candidatos se gana simpatías/ con palabras como las mías/ la gente me regala su antipatía” recitaba el enigmático Juan.
“Ya Juan sosiégate que el candidato va hablar” dijo Doña Eduviges, “sí Juan ya cállate déjanos escuchar al candidato” exclamó la multitud.
En efecto, la banda de música ya enunciaba que el candidato Emigdio Bazares se disponía a subir a la improvisada tarima para exponer sus promesas.
Extendiendo sus manos cual divino redentor dijo: “mi pueblo amado, mi tierra querida, hoy vengo con las más nobles intenciones de representarlos…”, de súbito Don Emidgio fue interrumpido pues la banda de música fundió sus palabras con sus tamborzazos, mientras debajo de la tarima un agitador incitaba a la gente a que se entregarán a la algarabía.
“Pueblo defiende tu voto/ ya no votes por otro tonto/ Pueblo escucha mis palabras/ Don Emigdio y sus alimañas/ son más que puras marañas”.
Nulo efecto tuvo en las entes presentes el recital apolítico del seudo profeta nopalero, muy al contrario, Juan fue detenido por alterar el orden con la heterodoxia de sus versos.
El mitin continuo, Don Emigdio baño al conglomerado con sus promesas, sus propuestas. Terminando el sapiente discurso, el baile estalló, la comida abundó, el pueblo sonrió y Juan en la prisión cantaba: “preso/ la gente está carcajeando/ me llevan preso/ por las calles de Poblado Viejo/ nomás por que no he de ser/ acarreado discurrente”.
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Seudo profeta nopalero...¿Cuándo decidió empezar su autobiografía? Haha total..espero de la prisión emerga..ya nos haría falta.
ResponderEliminarPor cierto..Dígame cuándo irá al periódico como a eso de las 2, y nos vamos a platicar un rato.
Saludos Don Abraham.
Chido blog men
ResponderEliminarpss lo vi por ahi y decidi en darle una leida jeje
saludos